No va encaminada al aprendizaje de técnicas concretas, sino que cualquier persona motivada por el crecimiento personal puede encontrar en el arte una vía útil y sencilla para expresarse y conocerse mejor.
Tampoco hay normas estéticas que juzguen la obra, cada persona se expresa según su forma y simbología propias y toda obra es valorada y respetada como un tesoro interno que cobra vida y color y nos habla de nuestro ser más genuino, cuando nos dejamos fluir con espontaneidad, gracias a la confianza que se crea con el/la terapeuta o el grupo.
Se da importancia al proceso; la elección de materiales, el ritmo de cada persona, las emociones que surgen al crear, la escucha al cuerpo que se moviliza y se expresa a través de la postura, el movimiento, los gestos, el contacto...
Durante y después del proceso creativo se integra el trabajo emocional a través de las palabras o bien proponiendo la escritura o compartiendo con el grupo y acompañado de la guía de el/la terapeuta, para que la vivencia del taller o la sesión pueda servirnos en nuestra vida cotidiana.
